viernes, 22 de mayo de 2009

El Olor a Metanal

“Cuando el Reloj marca las cinco, los esqueletos pegan un brinco.”-Canción infantil: Los Esqueletos
“Aquí yace Moliere, rey de los actores. En este momento se está haciendo el muerto, y de verdad que lo hace muy bien”- Epitafio de Moliere.

Que rico que huele por aquí bien temprano. El olor del café, los cigarrillos, la humedad y la naturaleza se pierden, un aire delatador ambienta a la playa. Es un camión de helados, todo mundo lo siente cuando llega. A esta altura es agradable, esta diluido, no quema, no irrita, paradójicamente te hace sentir vivo. Luego del olor, llegan los colores, caminando torpemente por la rampa, muriéndose de frio en una playa viéndose nada sexy, nada seductores, el otro lado de la universidad exhibe todo un arcoíris de estilos, aquí la homogeneidad nos dio el verdadero ambiente surreal, psicodelia. Una playa fría, pero que importa si el café sigue caliente.
Por suerte esta semana no nos toca entrar, hay quienes no les gusta, quienes le tienen miedo, pero no es razón para no seguir el juego.
Dos pisos. En el piso de arriba, todo es rosadito y moradito, lindo, caleidoscopios con propósitos, aprendemos jugando, como niños, luego nos sientan a todos a ver la tele y a comer galleticas con leche caliente, así debe verse el cielo.
Abajo queda su par dicotomático. El infierno es frio, con gente húmeda y helada, pero si algo es cierto, están mutilados. Pero no hay sufrimiento, no, todo eso quedo atrás con la vida, ahora lo mejor que se puede hacer, es dejar que Fred te bañe, te lava detrás de las orejas como si se tratara de un auto lujoso, ahh que delicia, así se sentían los autos lujosos que solías parar en los semáforos para generar pena, asco o compasión, da igual, lo importante es la moneda. Bueno si, el infierno es muy iluminado, está lleno de gente vestida de azul, nadie viste de rojo, los tridentes terminaron siendo pequeñas navajas y pincitas que en tu condición actual, ni te hacen cosquillas.
Entran, recién bañados todos los durmientes. Los Pequeños seres, productos de la imaginación de un brujo drogadicto medieval, producto de la imaginación retorcida de un caricaturista Belga, se disponen con sus cómicos vestidos azules y sombreros blancos cortar una que otra cosa, a memorizar visualmente. Vaquitas que siguen el sonido de la campana, jalan y cortan donde quieren. No es una falta de respeto, ya estás muerto.
“¿Esos son los dedos del pie o de la mano?”
“Algún imbécil se llevo el cubital”
“Mira, este tenía buen culo”
Un loco camina con una pierna al hombro mientras tararea “Viva la vida”, otros hacen preguntas, otros no hacen nada.
Cortar, despegar, ver, ver muy de cerca, cantar el nombre de la estructura a lo alto, como si nunca nadie la hubiera visto antes, tal Arquímedes, ¡Eureka! (no, no es solo un castillo), luego preguntarle a Netter o a Latarjet, ahora díselo en forma de pregunta a Gonzales o a Guillen, no me dan mucho miedo, mejor al interno que tiene cara como de pendejo. Vale me arrepiento, termino siendo buena persona, aun así se me hace un tanto lelo. Cuidado con lo que piensas, en este medio, el palo le pega el perro, el perro le pega al gato, el hombre le pega al perro, y por si este rango casi militar basado en años de estudios no fuera suficiente, aquí todo se escucha, todo se sabe, virtud científica: las paredes tienen oídos, las sillas tienen oídos y los muertos tienen oídos.
Por la noche, cuando nadie los ven, se levantan, se reacomodan los vasos, los nervios, los músculos, la piel no, ya está muy cortada, además se siente mejor verse por dentro. Ya dispuestos y despiertos, los muertos conversan: “Esa tonta del arete azul me corto muy duro, cuando le toque el practico me voy a volver imposible, incomprensible, no va a saber ni donde queda mi nariz”.
De repente, entra un nuevo, un invasor, un amigo invitado, bueno, no uno, vienen en grupos, en caso que en muerto les salte encima, se puedan defender. Uno de ellos permanece callado, admira en silencio, pregunta cosas que posiblemente nosotros preguntamos en nuestro primer día. Otro esta de morboso, toma fotos, toca todo, mueve todo y pregunta si el también puede tocar. Otro entra en shock, grita, llora, se sale, vuelve a entrar, y nos revela nuestra locura en la cara: “¡¿NO SE DAN CUENTA QUÉ ESTÁN MUERTOS?!”.
Un anfi no se parece en nada a medicina legal, aquí los muertos son lindo, parecen muertos. La arteria radial es bella, el corazón in situ es hermoso. Llámennos locos, lo estamos, no lo negamos, hay que estar locos para estar acá, para considerar estético esta imagen grotesca.
Pero todo llega a valer la pena, cuando llega odontología o bacteriología, y parecen admirados, parecen en un sito fuera de lo humano, con sus mastocitos inflamados, llenos de pudor y miedo. Nosotros, con un hueso en la maleta, nos burlamos de su simple cotidianidad, porque al fin de cuentas, ver un pitufo en la calle es muy frecuente, pero lo que estás viendo es el equivalente a una jirafa con afro haciendo un atentado terrorista al edificio de la Real Academia de La Lengua Española: “¡Porque caballero se escribe con K!”- grita sin cesar.

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