No les gustaba limpiar la casa. La Casa tenia que estar en orden, pero sucia. Tenia que Haber hongos de humedad, polvo, basura y demás suciedad, pero eso si, cada cosa en su lugar.
No les gustaban los cuentos de Pombo, el moralismo que latía en ello les daba una sensación de… de eso mismo, eso iba a decir yo, por que eso fue lo que ellos dijeron; era misma sensación de… que le producían los vecinos, que les encantaba limpiar la casa, pero era en verdad un desorden, todo les funcionaba al revés y nada estaba en su sitio. El saber que gente así vivía en la casa de al frente les producía una sensación de… y se arrancaban los pelos, y lloraban, y se ponían bravos, y se quejaban y lo peor de todo, siempre, siempre, la cena quedaba arruinada. Por mas que se esforzaran, la presencia de esa familia de al frente los fastidiaba, les dañaba sus vidas. Mientras tanto, los del al frente, que eran ignorantes o indiferentes a la situación, colocaron tranquilamente (en el sitio equivocado, claro esta) un tapete en la entrada que decía: “Hola, bienvenido a la casa de los Gonzales, siéntese, como se sienta usted en el sillón de su casa, por que esta también es su casa” esto sucedió justo el mismo día que Manuel (el hijo de los García) les traía de regalo un tapete que decía “Dios Bendiga este hogar”, ante tal hecho, cabe resaltar que Manuel regalo el tapete no por que lo hallo lindo, o que tuviera un mensaje significativo para el, lo compro como regalo, como un ser humano que sabe lo que el otro quiere, y como se pone el otro de feliz cuando se le regala algo. Tal hecho los hizo emprender su Jihad.
Anécdotas de este odio irracional se pueden relatar. Un día, García le tiro una granada a Gonzales, la casa quedo destrozada. A la semana recibieron una canasta de fruta como agradecimiento de los Gonzales por haberlos ayudado a remodelar la casa, ahora los niños podían jugar tranquilamente sin chocarse contra las paredes (esas malignas paredes, siempre trayendo desgracias), ahora todos eran más felices. En otra ocasión Manuel fue a comer con los Gonzales, y sus padres quedaron aterrados cuando les conto que puedo comer el postre desde el comienzo. Todos estos eventos memorables, sumados a una cotidianidad de constantes aguijes, reforzaban cada vez mas el odio de los García.
Llego el día, no se puede vivir en guerra para siempre (el día llego así de rápido por que no se como llenar otro espacio) y los García enviaron con Manuel, una carta con gas venenoso, que los mataría a todos los Gonzales al instante, también al pobre Manuel, pero había que hacer sacrificios, esto es por el mundo querida, es por el bien del mundo. El plan resulto a la perfección, y García al fin pudo leer el periódico con tranquilidad todas las mañanas, al fin pudo burlarse del mundo y deleitarse en tertulias burocráticas con sus amigos.
Al año les llego una postal, de Manuel, que les enviaba una foto de la casa de los Gonzales en una isla tropical, dándoles las gracias, jamás habían sido tan felices, les agradecían toda una vida de felicidad, en su honor, los Gonzales habían bautizado la aldea Villa García, donde todos los días, la gente se entregaba cartas con gas para demostrarse su amor. Reinaba la paz.
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