viernes, 19 de junio de 2009

Zapote, Todos los Colombianos somos N.N

Dedicado con cariño a la Srta.Dra(dentro de algun tiempo). Sara Roció Peralta Pizza. Que estaba ahí cuando se me ocurrió este cuento y en parte influyó en su creación.
“Que lindo es sentarse, en la mesa de un bar, y ver a Buenos Aires, Pasar y Pasar”
-Piero. Las Cosas que pasan.


Que sola se quedo la Universidad se fuero de vacaciones, Pero a pesar de esto, todavía parece haber demasiada gente en la fila de Admisiones y en los cajeros de bancos. Mientras halla una fila, mientras halla una necesidad de colocarse detrás y esperar el turno, será molesto estar acompañado, será necesario odiar a la tediosa humanidad que te acompaña. Por otro lado, podría ser una experiencia entretenida. Pero seamos sinceros, lo mejor es quedarse a admirarlos, ver la vida pasar y burlarse de los demás. Es el mejor juego para la ciudad. Me encontraba yo, sabiendo que la vida no vale la pena pero jamás considerando que mi vida no vale la pena, caminando en un mundo sin importancia pero luchando para dársela, que al fin y al cabo que carajo la vida es muy corta para vivir pensándola: “Hola tía Gertrudis, ¿Qué hay para cenar, será acaso otra vez alcachofas con queso?
“The-non-thinking-hat”, así dice mi gorra, me recuerda pensar en no pensar, en dejar esa falsa intelectualidad. Busco gente tonta con quien andar por tales motivos, cinco canallas mas, pesados misóginos pasados de la raya, arcaicos simples y desagradables mortales con un pensamiento tan comúnmente de… son unos pueblerinos.
Caminando junto a ellos, en vueltos en risa, nos encontramos un cuadro de una dama fina (oh grácil figura con curvaturas y imponentes deleites… una flaca bien tetona) con su perro haciendo fila, un cachorro de Beagle bien tranquilo.
“Uyyy, con cual se queda, ¿con la mona, o el perro?” Con “mona” se refería no al animal sino a una mujer rubia.
“Pues con la mona, el perro es mas fiel, pero con un perro no se puede uno cuadrar o casar” Dije yo
“Yo si lo haría” Dijo otro entre risas e ironías.
“En ese caso ahí si podría decir que su novia es una perra” Dijo el primero, y estallamos en risas.
Debo admitir que la dama me había gustado, ahí apoyada sobre la pared, parecía como toda mujer desconocida en la calle, la viva imagen de la perfección, tal vez venga siendo hora, llevo solo un buen rato. Tenia que buscar la manera de volverla a ver, de hablarle sin asustarla y de poder llegarle.
No se me ocurrió nada. Al poco rato se me había olvidado todo. Me desconcentre viendo pasar o viendo parar a otras mujeres delante y detrás de mi, de vez en cuando incluso buscaba alternativas mirando arriba y abajo a ver que pasaba. Si no se hubiera tropezado delante de mi, semanas después por pura casualidad, seguramente no me hubiera acordado. Mucho menos me hubiera acordado de no haber sido de haberme dado por enterado de su innegable popularidad. Todos la miraban, nadie la tocaba, todos las desean, nadie la tenía, todos querían, ella no los iba a dejar. En parte, no quería ser seguidor de un ídolo comunal, pero por otro lado quería restregárselos en la cara, y que mas da si les digo o no, debo anunciarlo, también estaba yo enamorado, me paso cuando la vi llorar por su perro atropellado, he aquí también mi oportunidad, algo de veterinario tendré.
La exageración irracional es una buena estrategia en el enamoramiento, solo había sido un rasguño causado por patineta, pero el había salido volando unos centímetros por los aires, había que hacerla sentir que era el fin de su vida pero que con mis capacidades heroicas lo salvaría.
Es raro como lo único importante es como las cosas empiezan y terminan, la historia del perro es en si hermosa, así empezó todo, así empieza el amor, después, termino cuando nos dimos un beso en el altar y este se prendió con lucecitas azules en ese mismo momento. En el medio solo hubo ponqués y fresitas, después solo hubo una tolerancia infinita. Repulsivo, me había casado tan joven, ¡veinticinco años! (25) no sé que tienen las mujeres de hoy con eso de casarse jóvenes, es como si a los treinta (30) fuesen ancianas horribles con pepitas indeseables. La monotonía, la falta de sorpresa, el acecho de las otras frutas, el Zapote por las tardes, los N.N. y los falsos positivos, las FARC y la FAC, el neoliberalismo, el catolicismo, el Dalai Lama, los CD’s de Juanes y Bonka y el precio de la gasolina nos había sumergido en un pequeño e insignificante (pero aun así torturante y acechante) infierno conyugal (tan-tan-tantaaaan, ¿a que no se lo esperaban?) tenia que acabar, por el amor al amor, tenia que acabar tan soledad.
Por suerte ella también era muy inteligente, y ante tal situación llego a mi misma solución, la forma de salvar este amor era acabando con el matrimonio que en principio lo destruyo. Nos divorciamos, y al terminar de firmar los papeles el Juez dijo: “puede besar a su novia”. Le descubrí el velo y la bese con sincero amor. En ese momento, toda la oficina se ilumino con lucecitas azules.

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