jueves, 25 de junio de 2009

Pequeña Aventura con el dinero del País de los Cronopios

This One Goes to Ligia, she's knows about Praha










“Cuando los cronopios van de viaje, encuentran los hoteles llenos, los trenes ya se han marchado, llueve a gritos, y los taxis no quieren llevarlos o les cobran precios altísimos. Los cronopios no se desaniman porque creen firmemente que estas cosas les ocurren a todos, y a la hora de dormir se dicen unos a otros: «La hermosa ciudad, la hermosísima ciudad.» Y sueñan toda la noche que en la ciudad hay grandes fiestas y que ellos están invitados. Al otro día se levantan contentísimos, y así es como viajan los cronopios.”
- Viajes. Julio Cortazar. Historia de Cronopios Y De famas.

“En Praga cunde una modesta temperatura de quince bajo cero, por lo cual el cronopio y su mujer casi ni se mueven del hotel de tránsito donde personas incomprensibles circulan por pasillos alfombrados. De tarde se animan y toman un tranvía que los lleva hasta el puente de Carlos, y todo está tan nevado y hay tantos niños y patos jugando en el hielo que el cronopio y su mujer se toman de las manos y bailan tregua y bailan cátala diciendo así: ¡Praga, ciudad legendaria, orgullo del centro de Europa!”
- Viaje Al País De los Cronopios. Julio Cortazar. La Vuelta al día en ochenta Mundos

“´-Vea amigo, váyase al carajo.
Para Inmensa sorpresa de la fama, el cronopio obedece instantáneamente, es decir que desaparece como si se lo hubiera bebido el viento. Por supuesto el fama no llegara a saber jamás donde queda el tal carajo, y el cronopio probablemente tampoco, pero en todo caso el almuerzo dista de ser un éxito.”
- Almuerzo. Julio Cortázar. Papeles Inesperados

He decidido que la siguiente sea una crónica.
No me gusta la crónica. Me parece tan irreal, tan poco interesante, y además, siempre me quedan tan mal. Cuando quiero dar una señal acerca de mi vida en un cuento, queda mal, horriblemente mal. Bueno, esperemos que las citas a Cortázar me ayuden a salvar un poco este relato (que ya va empezando a morir como ese Hámster histérico que se come a si mismo… ¿Dónde está mi veneno para ratas?).
Resulta y pasa que para esas épocas de Septiembre de 2008, me había mudado a Heidelberg, un pueblo muy popular en Europa por su reconocida universidad, famosa por haber educado a Geothe, a muchos otros y tal vez hasta Kant. Vivía encantado, el barrio del centro era todavía un pueblo de cuentos, entre un población pequeña, abundaban un monton de turistas Coreanos, que le tomaban fotos a todo, se casaban y subían al castillo, pero nunca a Königsthul. Jamás vi a uno de esos dando un paseo por Phyloshopheweg, que cierto es que no es nada del otro mundo, hasta que se llega a una piedra con un grafiti del joven Kant y demás poetas famosos para el pueblo alemán. Me encanto como estos jóvenes hacían vandalismo fuera de las jardines del castillo y del centro de la ciudad, aislados en la naturaleza, entre arboles feos que ganan belleza al morir en otoño y dejar el piso pintado de naranja. Hay que ver Heidelberg en otoño, es su mejor estación. Hay que ver Heidelberg con Mirkel, padre de dos hijos, mitad polaco y profesor de alemán para extranjeros en un instituto escondido en plena calle principal del centro, donde no se puede fumar al aire abierto y las bicicletas por algún motivo parecen incomodar.
A pesar de tal ambiente histórico, de cafés y operas por las tardes y discusiones de cervezas, poemas en todos lados (hasta aquí llego mi concepción del alemán como un idioma feo), ferias de libros de Milán Kundera y Kafka, Goethe a donde quiera que mires, Borjes en alemán, y bueno claro, los best-sellers, pero el teatro alternativo del cine alemán y… bueno ya les dije acerca de las tardes de opera en la iglesia; como decía, a pesar de su completísima y abierta biblioteca, Heidelberg se volvía insoportable, era muy pequeño, sin nada que hacer, cuando hacías algo, tenias que esperar hasta las cinco de la mañana, es decir, tenias que descargarlo todo, porque el Tram no funcionaba hasta tarde. Bueno, siempre esta Manheim y Karlsruhe cerca, y ahí siempre vivirá un amigo donde te podrás quedar, pero en fin, no es lo mismo. En comparación con Berlín (que fue de donde me mude), en Heidelberg no había nada que hacer.
No había nada que hacer porque casi todos los habitantes eran “famas”. Gente irritable, tonta, complicada, aburrida, anciana, lo cual es sorprendente por que Heidelberg es un pueblo que solo existe por su universidad y está lleno de jóvenes estudiantes vigorosos y ávidos de licor. O eso creí yo.
Bueno, Berlín tenia de todo, es el “cosmos” al fin de cuentas. Pero quería hacer algo especial, (quería, no sé qué) me faltaba un Pergamon, un Yamm y un Habana Club, también un amigo latino y alemán completado con un árabe con quien beber y escuchar comentarios racistas hacia los rusos (de mierda),ahh, pero como dice el poema:
"Was thustu mich hie angaffen?/ Hastu nicht gesehen den alten Affen?/ Zu Heydelberg sieh dich hin und her,/ Da findestu wol meines gleichen mehr."
Isaías, un amigo mío, ya soñaba desde mucho antes con ir a Praga, capital de la bohemia, titulo no mal atribuido ya que para deleite de incomparable pero disimulada ignorancia, así se llama el departamento Checo. Yo no tenía ni la mas mínima idea de Praga, en séptimo había hecho una expolición en Geografía sobre República Checa, y todo mundo me hablaba de Praga, y luego estas tres chicas checas, una fea, otra linda y recatada, y otra linda y liberada, recuerdo el nombre de las lindas, ya que además de ser rubias hermosas fueron grandes amigas.
Mientras preparaba mi maleta (tarjeta de crédito, trescientos euros, cepillo de dientes, peinilla, pantalón, chaqueta y ya está… ¿boxers?), encontré un copito Johnson cerca a mi desodorante (¡JAH! casi te olvido). Oh el gran dilema de mi vida, no hay nada que me dé más placer que limpiarme los oídos, primero como niña rica advertida pero descubriéndose, dudando, sabiendo lo indebido, todo lo malo que conlleva, peor que ser adicto, fracasado o homosexual, podría quedarme sordo si no me empiezo a cuidar, pero que rico es rascarse por dentro, con cuidado, jugar con los ángulos, encontrar el punto G del oído, liberación de endorfinas, nada de vulgar excitación, esto es mejor, mucho mejor. Soy un tarado, puede habar comprado mas de esos, ese lo había usado, y no la había botado a la basura, llevaba unos días al lado del desodorante, sabia que me iba a infectar, sabía que iba a producir una alergia, me acorde de mis doloridas y frecuentes inflamaciones a mi oído cuando era niño y son la causa de su morfología y fisiología un que dejan un marco prometedor a futuras patologías. Bueno al carajo, me quite el asco, me rasque, que acto tan pensado, y aun asi tan absurdamente obvio, era puro sentido común. Fui tan feliz.
En el tren nocturno a Praga (que yo viajaba en tren nocturno y en varios trenes de segunda para ahorrar dinero, porque no pude pagar Ryanair o EasyJet porque el viaje fue improvisado unos días antes por pura pasión o desesperación al ya descrito estado de aburrimiento y de incompatibilidad con la sociedad y cultura europea, si, europea, en general, escapaba de Europa viajando cada vez mas en ella, adentrándome). Que se había retrasado dos horas, sumados al hecho que había perdido mi tren en Frankfurt por unos míseros cinco minutos, hecho que me hubiera encantado y hubiera disfrutado, si mi oído no estuviera ya infectado… crónicamente infectado, sentía que moría de dolor, nada duele mas que el oído, se lo aseguro compadre. Dolía, mi cabeza también, pero menos que mis oídos, no podía ni rozarlo, salía al frio para ver si se desinflamaba, llame a mis viejos, les dije acerca del oído y que estaba en algún lugar de la frontera y que no había ninguna droguería abierta cerca. Tenía que aguantar, Praga se volvió un premio, una civilización perdida en la noche, protegida por un montón de bosques y pueblos barbaros, un camino mortuorio hasta la tierra prometida, donde brotaban droguerías abiertas a las cuatro de la mañana y donde podría comprarme un antiinflamatorio, seguramente hablen checo, pero yo tengo el inglés y el alemán, con alguien podre hablar.
No hay mucho más que decir, morí muchas veces en ese viaje, lo soporte lo aguante. Al final, llegue a Praga, desesperado por un taxi, pero yo soy un aventurero (escucha para un tacaño joven) llegare con las indicaciones de internet a la dirección, quien necesita un taxi, o un mapa. Sorprendentemente lo hice, y me instale en el precioso hostal. Cuando llegue a la habitación había un viejo contando medicinas, me saludo, como si no hubiera visto a otro hombre con vida desde hace tiempo, me dijo que se llamaba Fabio, o Ilario, bueno llamémosle “Io”, por que las chicas inglesas le decían así (¿Tognio?) Bueno, al verle contar medicinas le pregunte sí tenía un Advil, Se emociono, me dijo que era Bioquímico y farmaceuta, con yo no se cuantos PhD, y que acababa de llegar de un congreso en München, donde le habían dado una droga especial para…¿de qué padeces amiguito, no será acaso el oído? ¡PERFECTO! Pero hey, cuidado, te pone un poco lelo y algo alegre, pero con dos dosis te cura una otitis, deberías comer algo o tomártela con una RedBull. Todas esas advertencias solo hicieron hacerme querer mas la medicina, la tome y me la tragué, primera vez que lo hago sin asisitencia de algún fluido, y en el instante, sentí como mi pabellón auricular y mi oído medio se dilataban, y como ese asqueroso y oloroso liquido infeccioso abandonaba mi oído, sentí como el dolor se iba, y junto con eso, una insuperable sensación de risa y de cansancio, le di las gracias, y dormí un rato, luego me despertaron, había que salir con las chichas, había un mexicano, una checa y una inglesa, bueno, salgamos, al fin y al cabo vine a Praga a conocer.
Mi primera impresión fue el dinero, aquí tienen otra moneda, tengo que cambiar mis euros, se que cuando vuelva no los volveré a cambiar, se quedaran así, como el único suvenir del país de los cronopios, eso, y una postal de la estatua San Wenceslas (Sv.Václava en Checo), el patrono de la bohemia, quien monta un caballo al revés suspendido en el estilizado techo de el callejón de Lucerna. Que hermosa es Praga, todavía conservo la postal de Isaías, se la di, pero por algún motivo no se la di, y se quedo dando vueltas en mi cuarto cuando regrese a Colombia. Me pregunto si el vendrá a recogerla algún día. No quiero entrar en mas detalles de cómo fue Praga, debo decir que cuando se le habla mucho de algo, esto tiende a ser menos de lo esperado, pero si se va con cierta ingenuidad, se encontrara a la ciudad insuperablemente hermosa, porque lo es, pero una ya va envenenado de haber conocido Bruselas y Barcelona, y bueno, una ve con otros ojos, y se da cuenta que todavía persiste la Bohemia (en tu cara, Paris mentirosa) y que se puede salir de noche y ver las luces con una pareja de rubios bachilleres en un bar de vinos calientes.
Que linda es Praga, no sé como terminarla. Ya quiero terminar, pero aun así parece que ahora les quiero contar, pero si les cuento va a ser aburridísimo, mejor vallan ustedes mismos, caminen y si quieren, atrévanse a escribir, (por que les va a dar ganas de escribir) y bueno, que más se puede decir, no quise volver a Heidelberg en esa ocasión, me fui a Ámsterdam, y eso es una historia para otro día.

Lo que respecta el dinero, cabe decir que cambie muchos euros a coronas checas y no las use, y lo traje de vuelta, ese fue mi único y verdadero suvenir.

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